Esta ha sido una Asamblea poderosa. Escuchamos palabra fresca de Dios a través de cada mensaje y servicio de adoración ungida dándole a Dios la más alta adoración. Hemos experimentado libertad en el Espíritu y muchos han experimentado salvación y purificación, y muchos fueron bautizados por el Espíritu Santo y saldrán de esta Asamblea como personas diferentes a como entraron. En la sesión de clausura llegaron esperando algún desafío de mi parte como su líder con respecto a los días por venir. Es mi intención, y creo que también la intención de nuestro equipo de liderazgo alrededor del mundo, continuar promoviendo y avanzando con los Valores Centrales ya establecidos de la oración, la cosecha y el desarrollo de liderazgo. Además de esto, quiero presentarles una idea nueva, antigua, revolucionaria, bíblica y asombrosa para la edificación de la iglesia y alcanzar la cosecha. Este plan ha sido utilizado y comprobado. Es sencillo y toda persona puede llevarlo a cabo: modelar a Jesucristo y ponerlo en primer lugar.
Las Escrituras proclaman que Cristo se encuentra arriba, en el centro, enfrente y debajo de todo. Él no es nuestra segunda opción; es nuestra única opción. Él dijo: “Separados de Mí, nada podéis hacer”. El viaje más emocionante en cual podríamos embarcarnos después de salir de esta Asamblea es continuar ajustando y reajustándonos a Cristo y Su posición como nuestra prioridad. Antes de poder hacer cualquier otra cosa, debemos aprender sobre Cristo. El Nuevo Testamento no comienza con el libro de los Hechos. Si no vuelve al principio y lee Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y escucha cómo Jesús enseñaba, modelaba, mentoreaba y disciplinaba, no sabrá usted cómo deben de ser sus hechos.
No quiero decir con esto que no estamos ocupándonos en la obra del Señor. Quizá estemos trabajando más fuerte que nunca, predicando más, visitando más; sin embargo, quiero preguntarle, ¿qué estamos consiguiendo? Después de la ascensión de Cristo, hubo un período de 10 días en los cuales la iglesia que Jesús había establecido se reunió, ni una persona fue sanada, ni un mensaje fue predicado y ni una lección fue enseñada. Tenía otra cosa que hacer, y eso fue esperar en Dios, hasta que recibieran poder de lo alto y Su dirección. El libro de los Hechos tiene 28 capítulos, pero sólo 27 de éstos tienen acción. ¡Hay un capítulo en el cual no ocurre nada! Y si no hubieran pasado ese tiempo de espera y búsqueda de Él, no hubiera ocurrido el Día de Pentecostés, no habría ministerio, y no habría libro de los Hechos. Hay épocas en que el pueblo de Dios debe detenerse y buscar ponerlo a Él en primer lugar, a darle a Él nuestro tiempo y atención, de buscar Su poder y corazón antes de hacer otras cosas.
Hemos hablado sobre desear ver la iglesia volver a su estado en el libro de los Hechos con el derramamiento de Pentecostés, pero creo que debemos ir más allá de eso y volver y avivar el ministerio demostrado en la vida de Jesús en los evangelios y buscar ser como Él, si hemos de cumplir con nuestra comisión hoy. Jesús no solo le dijo a Su pueblo, “Te amo”, sino que también entregó Su vida en la cruz para demostrar ese amor. No solo le dijo a las personas en necesidad, “Estoy preocupado por ti”, sino que también buscó maneras para ministrarles a sus necesidades. Él rompió con la tradición, fue criticado y acusado falsamente, sin embargo, dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No son las noventa y nueve, sino la que está perdida, y he descendido al cielo para hacer la voluntad del que me envió”. En Lucas 4:18 y 19, Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Y esto fue lo que Él hizo. ¿Tenemos alguna misión mayor que ésta? ¿Hay algo más importante en nuestro ministerio que esto?
Jesús no esperó a que las personas fueran al templo para que Él pudiera ministrarles; Él fue a las personas y les ministró según sus necesidades. Algunas personas nunca hubieran ido al templo, y si lo hubieran hecho, no hubieran sido aceptados por las personas allí, ni tampoco se les hubiera permitido entrar al lugar santo. Pero Jesús vino a salvar a los perdidos; Él vino a derribar barreras. ¿No es nuestra misión la misma hoy?
El ministerio de Jesús sobre la tierra fue diferente al de los fariseos, los rabinos y los sacerdotes de ese tiempo. Él ministró a individuos, grupos pequeños, multitudes en la montaña, al lado del mar, en el templo, y suplió cualquier necesidad. Él amó a las personas, y el hecho asombroso es que Él dijo que la iglesia debía ser como Él.
Quiero señalar algunos principios que Jesús enseñó y practicó, que considero que son vitales para nosotros en nuestro enfoque a la cosecha. Jesús creía en el principio de la inversión. Nosotros practicamos el principio de la preservación intentando preservar y mantener lo que tenemos, y hemos hecho un buen trabajo en cuanto a eso. Dios ha puesto en tela de juicio nuestra mayordomía de almas, y hemos sido llamados al arrepentimiento. En Mateo 25, encontramos lo que se conoce como parábolas del reino. Ellas nos hablan del reino de Dios. El versículo 14 dice: “Porque el reino de Dios es como…”, también podríamos decir que “el Rey es como”, porque el reino es una extensión del rey. Y luego habla de un hombre que viaja a una tierra lejana; pero antes de partir, llamó a sus siervos y les entregó talentos.
Él hizo una inversión; a uno le dio cinco talentos; a otro le dio dos; y a otro le dio uno, y estoy seguro de que conoce el resto de la historia. Dos de estas eran inversiones productivas y una no la fue. Siempre hay un riesgo cuando uno invierte en algo. Jesús, el siervo más productivo en la historia del mundo, tomó una vida –la Suya– y la invirtió completamente. Él creyó y operó bajo el principio de que, “si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Una semilla en el suelo es una inversión. Jesucristo invirtió Su vida, Él lo arriesgó todo.
Tomó unos hombres e invirtió en ellos. Él les enseñó a través del ejemplo. Él los discipuló. Él invirtió en ellos la propagación del evangelio. Si no compartían el evangelio con el mundo, no se hubiera propagado el mismo. Él arriesgó el evangelio en pescadores, cobradores de impuestos y hombres comunes que otros no hubieran considerado.
Si han de ser lo que deben de ser y han de hacer lo que deben hacer, ellos llevarán el evangelio hasta el fin del mundo. ¡Qué tremendo riesgo! Jesús le dijo a Su rebaño: les voy a dar el control a ustedes y les voy a dar Mi autoridad para que el reino pueda crecer. Quiero decirles que si Jesucristo podía arriesgarse a dejarle cualquier cosa a personas como usted y yo, entonces yo debo estar dispuesto a invertir en otra persona.
Muchas iglesias no están creciendo hoy en día sencillamente porque el liderazgo no está dispuesto a entregar su control. Quiero que entienda claramente: Cuando el Señor le entrega el control, quiere decir que usted tiene un mayor deber de rendir cuentas, porque entonces usted tiene mayor responsabilidad. Hay personas en nuestra iglesia que han sido tocadas por Dios para varios ministerios, pero tenemos miedo de enviarlos porque quizá puedan cometer un error o quedar mal. Debo recordarles que la Biblia dice que todos los discípulos, con la excepción de algunos, en algún momento le dieron la espalda al Señor. Algunos Lo negaron y traicionaron, pero Él no los abandonó. Cuando usted invierte en las personas, no siempre es una garantía, a veces es un riesgo.
No siempre hemos sido lo que Dios quiere que seamos, pero por alguna razón, Él ha extendido Su misericordia. Cuando usted siembra una semilla en el suelo, no siempre producirá fruto. Si usted siembra suficiente semillas, obtendrá una cosecha. Habrá muchas personas que nos van a desanimar y otras que nos van a decepcionar, pero si podemos aprender a entregarle esto a Jesús, comenzaremos a ver un incremento. Quizá Dios quiera obrar en diferentes maneras de las que estamos acostumbrados. Algunos enfoques poco convencionales quizá sean necesarios para alcanzar esta generación, pero si no es Dios quien los inspira, no se producirá ningún efecto. El punto final es que no podemos permanecer sentados aquí y morir —debemos hacer algo ahora.
Dios siempre ha obrado a través del liderazgo humano. Ehud vino en un tiempo de confusión en Israel: él le ordenó a Israel diciendo: “Síganme”. Y la victoria resultante fueron ocho años de paz. Gedeón dijo: “Miradme a mí, y haced como hago yo”, y trescientos hebreos derrotaron miles de madianitas. Pablo escribió, “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”. El hecho alarmante es que una congregación será como su líder. Líderes espirituales intensos levantarán seguidores espirituales intensos.
Jesús conocía este hecho y eligió algunos hombres e invirtió en ellos. Fue un riesgo que tuvo éxito, porque después, dondequiera que iban estos hombres, las personas veían a Jesús en ellos, vieron que habían estado con Él.
Hacer este tipo de inversión es el riesgo más grande. Si quiere invertir usted, no puede ser demasiado cuidadoso. Esta es la razón por la cual muchas personas nunca invierten sus vidas ni recursos, tienen miedo del riesgo. El riesgo no está perjudicando a esta iglesia hoy tanto como la cautela excesiva. El temor a tomar un riesgo causó que Israel no entrara a Canaán. ¡Ya le hemos dado demasiadas vueltas a la montaña!
El jueves por la noche de esta Asamblea, el Dr. Lamar Vest declaró que el avance de la Iglesia de Dios de la Profecía realmente comenzó en 1994 cuando esta iglesia tomó la decisión de tornarse a la cosecha. Creo que esto es verdad.
Quiero citar un mensaje del obispo Billy Murray predicado en enero de 1994 titulado “Tornándonos a la Cosecha”. Él dijo: “Tuvimos nuestro comienzo en medio de un fervor evangelístico, el cual resultó en un crecimiento asombroso de algunos 20 miembros en 1903 a 20,000 en menos de 20 años. Las minutas de la Asamblea en 1906 declaran lo siguiente: ‘Después de considerar la blanca cosecha, y la puerta abierta para el evangelismo este año, hombres fuertes lloraron y dijeron que no sólo estaban dispuestos sino ansiosos por ir’. Por lo tanto, es el sentir de esta Asamblea que hagamos nuestro mejor esfuerzo por atravesar cada puerta este año y trabajar con mayor celo y energía para esparcir el glorioso evangelio del Hijo de Dios como nunca antes”.
El obispo Billy Murray continúa diciendo: “Este celo evangelístico que provocó tal crecimiento a principios de nuestra historia no era respaldado por nuestro sistema financiero, su confianza estaba en Dios, no en un sistema”. Las finanzas han estado en el centro de nuestro pueblo este último año y en esta Asamblea; sin embargo, tomé nota mientras escuchaba al obispo Varlack predicar el viernes por la mañana. Escribí, “Esta iglesia no tiene un problema con las finanzas, tiene un problema con el corazón”.
Cuando resolvamos nuestro problema con el corazón y pongamos nuestra mirada en la meta principal y esto es ganar a los perdidos para Jesucristo, obtendremos los recursos. El dinero acompaña el ministerio. Un Dios que pudo tomar cinco panes y dos peces y alimentar miles de personas puede tomar lo poco que tenemos y soplar sobre ello y suplir cada necesidad que tenemos y más. ¡Es tiempo de que hombres y mujeres adultos lloren de nuevo y se preparen para atravesar cada puerta abierta este año y trabajar con mayor celo y energía que antes! Este es el año de Dios para actuar —ha comenzado el avance. Es mi oración que Dios cambie nuestras mentes pequeñas y nos dé una visión para las almas perdidas. Avancemos y hagamos el trabajo que Jesucristo nos ha llamado a hacer. Esta es nuestra hora, nuestro día, no debemos perdernos de lo que Dios está haciendo. ¡Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús!
Sam N. Clements
Supervisor General
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