Hubo una época en la cual yo corría. No porque estaba intentando huir de algo o por temor, sino porque pasé varios años corriendo por diversión. Diario corría alrededor de la pista, experimentando a menudo lo que algunos conocen como “la emoción del corredor” junto con la satisfacción de haber completado una noche de ejercicio.
Al otro día, mientras desempeñaba mi trabajo, sentía las piernas adoloridas. Pudo haber sido porque no las estiraba lo suficiente, pero sentía los efectos de la actividad de la noche anterior. Siempre sentía un poco de dolor y sensibilidad, pero siempre lo identificaba como “dolor del bueno”. A medida que los músculos en mis piernas se ejercitaban, también estaban creciendo. Si no hubiera corrido, no estaría adolorido; de aquí obtenemos la antigua frase “sin dolor, no hay ganancia”. Estas palabras me recuerdan lo que yo había logrado. Debido a ese dolor nunca tuve que dudar si había hecho ejercicio o no.
Toda mi vida escuché sobre el concepto de amar a una persona tanto que duele, pero nunca entendí completamente este concepto hasta que comencé mi propia familia. Junto con el amor y la responsabilidad que siento por mi esposa, mis hijas también provocan un fuerte sentimiento. Estas niñas no vinieron al mundo a petición suya, sino a la nuestra, y por lo tanto, es debido al amor y el deber que procuro que no sean lastimadas, que no pasen frío o no tengan ninguna necesidad.
Cuando pienso en ese amor que tengo por mi esposa y mis hijas, me asombra cuán inusualmente profundo e importante es. Tan solo pensar que algo podría afectar nuestra relación o causarles angustia trae dolor a mi corazón. Siendo alguien que se casó a una edad un poco más avanzada, de alguna manera aprendí a ser un poco cuidadoso al mostrar mis emociones. Sin embargo, escuchar los primeros llantos de mis hijas derrumbaron esos muros. Cuando el personal del hospital las asistían mientras nacían, comparo ese sentimiento que tenía como si tuviera mi corazón completamente vulnerable y expuesto para que todo el mundo lo viera. Fue hermoso, maravilloso, escalofriante y terrible todo al mismo tiempo.
Mis piernas podrían estar adoloridas debido al ejercicio o porque no las uso lo suficiente. Lo mismo se puede decir del corazón. Si usted está viviendo, verdaderamente experimentando la vida y todo lo que Dios ha preparado para usted, usted va a experimentar tristeza y dolor seguido por una época de alegría y gozo. Y luego el ciclo podría comenzar de nuevo. Cuando usted piense en estos momentos que todavía dejan un lugar sensible en su corazón, puede tener consuelo sabiendo que realmente ha vivido.
Cuando le pregunté a mis amigos que si podrían regresar al pasado y cambiar alguna cosa, todos expresaron diferentes opiniones. Algunos dijeron que no cambiarían nada, porque toda decisión, cada paso que tomaron los convirtió en las personas que son hoy día. Algunos mencionaron tener remordimientos al invertir demasiado tiempo en ciertas personas que al final los decepcionaron o lastimaron. Quizá su decisión final es procurar amar menos.
Sin importar cómo haya terminado su vida, el dolor en su corazón le recuerda que usted se dispuso a compartir sus sentimientos. Usted ha hecho exactamente lo que Dios ha requerido de usted. Usted ha amado. Ya sea que su amor haya terminado en vacío o alegría, el hecho de haber amado por sí solo es ganancia.
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