La oración ha sido definida como hablar con Dios, comunicarnos con Dios y conversar con Dios. Existen varios modelos de oración. Uno de estos modelos es el acrónimo ACTS: Adorar a Dios, Confesar nuestras faltas y pecados, Testificar de nuestra gratitud a Dios y Suplicar por nuestras necesidades. Otro modelo es la oración que Jesús les enseñó a Sus discípulos cuando ellos le pidieron que les enseñara a orar. Esta oración se conoce como “El Padre nuestro”. Este es el ejemplo que Cristo le dio a los discípulos sobre cómo debían orar. La oración incluye una serie de instrucciones: dirigirnos al Padre como Dios sagrado, pedir que venga Su reino, pedir que se haga Su voluntad en la tierra como en el cielo, pedir por necesidades diarias, pedir perdón por nuestros pecados, faltas y deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, orar para que nos guarde de la tentación y el mal, y reconocer a Dios como el único Dios supremo y soberano sobre Su reino con todo el poder y gloria. Mientras yo estaba en el seminario tomé un curso llamado “Desarrollando Ministerio de Oración Congregacional, y recuerdo haber escuchado y aprendido sobre cómo convertirnos en personas hábiles en la oración.
A lo largo de las Escrituras existen ejemplos de personas que oraron a Dios y Él les escuchó y respondió. Enoc es un ejemplo de alguien que caminó con Dios y Dios se lo llevó. Abraham, Isaac y Jacob edificaron altares de oración y sacrificio a Dios. Moisés, Josué y Samuel eran conocidos como hombres de oración. Cuando Moisés entraba al tabernáculo de reunión para adorar y buscar de Dios en el desierto, Josué estaba con él. Éxodo 33:11 dice, “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo”. Sin duda alguna, Josué sabía que Dios hablaba con Moisés cara a cara, aumentando su deseo de permanecer en la presencia del Señor. Cualquiera de los israelitas podía ir a adorar, a orar y a buscar de Dios, pero las Escrituras muestran que solo iban Moisés y Josué, y Josué permanecía allí buscando de Dios. Samuel es otro ejemplo de oración, “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto” (1 Samuel 12:23). David, también, a través de algunos Salmos elevó muchas oraciones a Dios. El Salmo 5, por ejemplo, comienza con un clamor y petición: “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” (v.3). ¿Cree usted que algunod de ellos era un experto en la oración? Además de estos ejemplos de oración, la Biblia hace mención de otras personas que también oraron fervientemente a Dios. Santiago dice que el profeta Elías era un hombre de oración. “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). En este verso encontramos un contraste claro entre confesar nuestras faltas (pecados) y la oración del hombre justo. La única justicia que adquiere una persona es a través de la gracia de Dios mediante Jesucristo y Su vida en nosotros. La justicia del hombre es como trapo de inmundicia (Isaías 64:6; Romanos 3:10). Santiago 5:17 lo explica claramente: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”. Santiago enfatiza la oración eficaz y la pasión con la cual se ora, y no la justicia del hombre. Elías pasó por momentos de temor y desánimo, aun por depresión y hasta quiso morir, pero con todo fue conocido como un hombre de oración. Además de estos personajes bíblicos que hemos mencionado, en los últimos siglos, también han habido otras personas que han sobresalido por su hábito de oración: Andrew Murray, Charles Finney, Oswald Chambers, George Mueller, David Livingstone, Aimee Semple McPherson y otros. ¿Cree usted que algunos de éstos hayan sido expertos en la oración? ¿Existe algún experto en la oración sobre esta tierra? ¿Ha habido alguno?
Sin duda alguna, ya usted se dios cuenta que el único experto en la oración que caminó sobre esta tierra en forma humana fue Jesucristo. Esto no significa que Él no tuviera luchas con Su humanidad, pues en el jardín del Getsemaní Él clamó con lágrimas en Sus ojos, diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). Mientras colgaba de la cruz, Él oró, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Es importante señalar que mientras Él elevó esta oración estaba en la cruz, y en Su cuerpo humano estaba sufriendo dolor, rechazo y abuso emocional y físico. Ciertamente, es a través del ejemplo de Su humanidad (Él se entregó a Sí mismo y se sometió a un trato vil) que podemos conectarnos y orar por aquéllos que nos han hecho daño, y perdonarlos.
Jesús oraba a menudo y muy temprano por la mañana. En ocasiones oraba toda la noche y a veces se apartaba para estar a solas con Su Padre celestial. Él apartó a Sus discípulos para enseñarles y demostrarles la manera en que debían orar al Padre. Durante una de estas ocasiones, los discípulos le dijeron, “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1). Jesús les respondió, diciendo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (vv. 2-4). Mateo 6:13 le añadió a la oración, “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Esta oración ha sido un clásico en muchos eventos.
La vida de Jesucristo en la tierra fue una vida de oración. La Biblia dice en Juan 2:13-17 que en Su celo por las cosas sagradas Él se enfrentó a los gobernantes, a los escribas y líderes del templo, quienes estaban convirtiendo el lugar en un mercado. Y les ordenó que limpiaran la casa de Dios. “Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y a las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume”. Jesús continúa Su ministerio de oración hoy día como el Sumo Sacerdote celestial. Él intercede por nosotros cada día, todo el día y Sus oraciones son perfectas, siempre son escuchadas y respondidas. Él es la razón por la cual tenemos entrada al lugar santísimo en el cielo. Él es la razón por la cual podemos acercarnos valientemente al trono de la gracia para encontrar ayuda en tiempo de necesidad (Hebreos 4:14-16 parafraseado). Él es un experto en la oración. Señor, enséñanos a orar.
Milton Gordon
Waverly, Tenesí