Las promesas de Dios están disponibles para todos los creyentes. Algunas de estas promesas se presentan a continuación:
- Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mateo 18:20).
- Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14:13).
- Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19).
Si nuestro Señor es el Señor del éxito (y lo es); el Señor de promesas (y lo es); el Señor que puede suplir todas nuestras necesidades (y Él puede); entonces, ¿por qué es que algunas oraciones no son contestadas, o toma meses o incluso años escuchar de Dios sobre algún asunto en particular? Permítame ser bien claro, los creyentes tienen algo por lo cual estar agradecidos porque Dios continúa respondiendo algunas de nuestras oraciones cada día. Sin embargo, hay momentos en las cuales oramos por la intervención del Señor en cuanto a esto, y parece que el Señor se tarda en responder, si es que en algún momento responde. ¿Por qué sucede esto? No hace falta decir que hay prerrequisitos que debemos acatar antes de que Dios responda nuestras oraciones. Hebreos 10:22, 23 dice:
“Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.
Imaginemos por un momento que acatamos el mandamiento establecido en Hebreos 10:22, 23; i.e., nuestras oraciones van de acuerdo a la voluntad de Dios para nuestra vida; nuestras oraciones se enfocan más en las necesidades espirituales que las necesidades físicas; elevamos nuestras oraciones del corazón, no de la mente, estamos utilizando las palabras apropiadas cuando hablamos con nuestro Padre celestial; oramos sin cesar, y no solo en tiempo de problema y necesidad; hemos aprendido a ser pacientes; nuestra fe es fuerte; y no utilizamos la oración como una herramienta; por ejemplo: terapia, consuelo, relajamiento, etc. sino un camino que nos da acceso directo al Señor. Si realmente estamos haciendo estas cosas, entonces, ¿cuál es el problema con recibir respuesta a todas nuestras oraciones? ¿Por qué no recibimos todas las bendiciones prometidas así como el poder que obra milagros como ha sido prometido en las Escrituras? Quizá la respuesta es que no estamos orando unánimes.
Quizá recuerde un tiempo que precedió el derramamiento del Espíritu Santo el día de pentecostés; los creyentes estaban reunidos en un lugar esperando la llegada del Espíritu Santo. Leemos estas palabras en Hechos 2:1, “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”. Hay dos poderosos puntos en este ambiente; 1) solo creyentes estaban reunidos; i.e., ningún pecador, ningún incrédulo, etc., y 2) habían alcanzado el punto de estar unánimes.
¿Exactamente qué significa estar unánimes? Unánimes se define como estar unidos, lo cual ser uno; como combinar nuestras muchas partes en una sola entidad; al ser de una sola mente, sentir, voluntad y deseo (Fuente: dictionary.com).
Concedo que posiblemente no haya nada malo con nuestras oraciones, motivos, ni nuestra sinceridad; sin embargo, puede ser que nuestras oraciones estén en conflicto con cada uno resultando en desacuerdos en lugar de estar unánimes. Por tanto, no recibimos respuesta de Dios. Exploremos más este desacuerdo. Satanás intenta influenciar nuestras oraciones como personas y como una iglesia para mantenernos divididos. Satanás intenta, y a menudo tiene éxito en sembrar diferentes ideas en nuestras mentes, las mentes de los miembros de la familia y es el cuerpo de Cristo con respecto a lo que necesitamos que Dios haga en nuestras vidas o en la vida de nuestra iglesia. Esta división trae desacuerdo. Dios no responde la oración de un individuo o Su iglesia que no está unánime o no está en común acuerdo. Solo se requiere una persona para traer desacuerdo en nuestras peticiones de oración. A continuación algunos ejemplos:
Cuando le pide a alguien que ore por usted, pero no le dice específicamente por qué quiere usted que oren, posiblemente le están pidiendo a Dios algo que contradice o tiene conflicto con su petición. No hay nada malo con sus peticiones. Ellos cumplen con todo el criterio presentado en el párrafo 3, pero si Dios contesta la oración que ha sido elevada en representación suya, entonces podría ser imposible para Dios responder su oración si es diferente. Por lo tanto, Dios no hace nada porque ambas oraciones han sido elevadas honestamente.
Puede ser que un miembro de la iglesia esté orándole a Dios que bendiga la iglesia con nuevos muebles mientras que otro miembro quizá esté orando para que Dios provea fondos para mejorar los muebles que tienen actualmente. Ambas oraciones han sido presentadas ante Dios. ¿Qué oración responderá Dios?
Es posible que un esposo ore por una cosa y la esposa esté orando por otra cosa que tenga conflicto con la oración del esposo. ¿A quién responderá Dios? Posiblemente Él no conteste ninguna oración por que tienen conflicto y se contradicen uno con otro. Sin embargo no hay nada malo con la oración en sí. Debemos aprender la importancia y el poder de la oración unánime.
Creo que nosotros, como una familia o cuerpo de la iglesia:
- Debemos cumplir con los requisitos de la oración como fueron descritos en el tercer párrafo
- Debemos estar de acuerdo y orar por la misma cosa
- Debemos ser específicos en nuestras peticiones al Señor
- Debemos orar sin cesar
- Debemos tener fe y no dudar (Mateo 21:21).
Quizá recuerde que tomó alrededor de siete días en el pentecostés alcanzar el punto de estar unánimes. Cuando llegamos a la unanimidad en nuestras peticiones de oración, veremos el poder sobrenatural del Espíritu Santo en medio nuestro así como se manifestó en el día de pentecostés. Entonces tendremos el poder para mover montañas.
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