“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10).
“Y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada” (1 Tesalonicenses 4:10-12).
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23).
Hay algunos que creen que hay un gran abismo entre sus llamados y sus trabajos; que su trabajo de alguna manera existe fuera de la supervisión y dirección de Dios. Pero yo creo que su trabajo y cómo lo hace es una prioridad en el campo espiritual.
Un estudio conducido en el 2010 mostró que alrededor del 45 por ciento de norteamericanos están satisfechos con sus empleos. Esto nos deja con un gran grupo que no lo está. Si usted es parte de este grupo, la mejor manera de apreciar su empleo es imaginar cómo sería su vida si no lo tuviera. La última tasa de desempleo en los Estados Unidos, desde marzo de 2014, fue de 6.7 por ciento de adultos mayores de 16 años están desempleados, muchos de ellos sin beneficios. Cada día, millones envían solicitudes de empleo esperando la oportunidad de obtener el trabajo que usted disfruta o no.
Un hombre en una ocasión dijo: “Trabajar es como afeitarse. No importa cuán bien lo haga hoy, tiene que hacerlo de nuevo mañana”. Gary Apple dijo: “Tengo tanto trabajo que no sé cuándo podré comenzar a postergar”. Robert Benchley dijo: “Cualquier persona puede hacer cualquier cantidad de trabajo, siempre y cuando no sea el trabajo que se supone que esté haciendo en ese momento”. Otra persona dijo: “Tener trabajo es lo mejor de este mundo, por lo tanto, debemos de guardar un poco para el día de mañana”.
Carl Wood escribió en una ocasión, “La persona que sabe cómo hacer su trabajo siempre tendrá un empleo. La persona que sabe por qué será el jefe”. Una comediante dijo en una ocasión: “Odio el quehacer. Tiene uno que arreglar las camas y lavar la vajilla, y a los seis meses tiene uno que comenzar de nuevo”. A veces parece que uno se encuentra caminando en círculos, pero seguramente hay un propósito más profundo.
El trabajo es una parte importante de nuestras vidas. Para aquéllos que trabajan, allí es donde pasan la mayoría de su tiempo. Para los demás miembros de la familia que no trabajan, su horario se ajusta según el horario de aquéllos que trabajan.
Nuestros trabajos afectan nuestro estado anímico, que en cambio afecta nuestra familia. Nuestros trabajos afectan nuestro tiempo, lo cual puede afectar cuán envueltos estamos en nuestra iglesia o ministerio. Muchas personas trabajan para financiar sus ministerios. Podemos ver ejemplos de estas personas en las Escrituras.
Hay personas que disfrutan hacer su trabajo, pero al parecer hay muchos que son miserables en su trabajo. Ellos odian el trabajo y odian el ambiente. Se sienten menospreciados y sobrecargados.
En su libro titulado, Choosing Plan A in a Plan B World (Eligiendo el Plan A en un Mundo del Plan B), Jerry White escribe: “¿Por qué trabajar, sólo para ganar dinero para comprar alimento para poder mantenerse saludable, para trabajar y para ganar más dinero? Este círculo inútil de la vida solamente hace esta pregunta más urgente.
La mayoría de las personas, incluyendo a los cristianos, van por la vida tolerando sus trabajos, preguntándose hacia dónde se dirigen y por qué se sienten poco realizados. El trabajo en la oficina, fábrica o el hogar se convierte en una necesidad aburrida con poco o ningún propósito eterno. Trabajamos porque debemos trabajar.
Mark Twain dijo: “Trabajar y jugar son palabras que se utilizan para describir la misma cosa bajo diferentes condiciones”. Quizá diga usted que él estaba loco. Creo que la intención de Dios para nosotros era encontrar placer, propósito y realización en nuestro trabajo.
Primero, debemos entender que a Dios le importa dónde trabajamos. Él tiene un plan para nosotros que incluye cada pequeño detalle de nuestras vidas. Él quiere ser el Señor sobre cada aspecto de nuestras vidas.
Segundo, la mejor manera de obtener un salario es poniendo al Dios vivo en primer lugar. Debemos ser buenos mayordomos. Como nos dice la Palabra, debemos ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Usted puede ganar un buen salario sin poner a Dios en primer lugar y aun así no logrará hacer que le rinda el dinero. Darle a Dios las primicias de su trabajo es un paso importante para mejorar su estado económico.
Tercero, debemos hacer nuestro trabajo como si fuera para Dios. Ya sea que su jefe sea competente o necesite mejorar su rendimiento, Dios siempre será nuestro supervisor principal. Nosotros somos Sus representantes. Por lo tanto, no podemos dar lugar a la pereza y postergación.
Un cristiano debe ser un obrero trabajador, pero no un adicto al trabajo. Los adictos al trabajo dependen de su trabajo para tener algo de autoestima. Enfocan sus vidas completamente en sus proyectos, esperando encontrar la felicidad. Un cristiano trabajador encuentra su valor en Cristo.
Dios merece lo mejor de nosotros. Darle lo mejor de nosotros a través de nuestro trabajo es una práctica de la buena mayordomía. ¿Cómo está haciendo usted una diferencia? ¿Qué está haciendo usted con el tiempo que le ha sido dado?
Finalmente, debemos encontrar un propósito que no sea sólo ganar un salario. Nuestro empleo nos provee un área o lugar de ministerio. No estoy diciendo que tiene que ir a su trabajo con la Biblia bajo el brazo y predicarle a todos sus compañeros. Estoy diciendo que nuestro estilo de vida, nuestra actitud y ética laboral debe ser un testimonio para las personas con las cuales trabajamos. Muchas veces, sus compañeros notarán una diferencia en su vida mucho antes de usted abrir la boca.
Podemos disfrutar de nuestro trabajo. Es cuestión de tener la perspectiva correcta y darse cuenta de la oportunidad que Dios le ha dado. El gozo del Señor es nuestra fortaleza aun en el trabajo. Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece —aun en el trabajo.
John Wesley usaba este lema: “Haz todo el bien que puedas por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas en todos los lugares que puedas, en cualquier tiempo que puedas, a toda la gente que puedas, y tanto como tú puedas”.