San Mateo 11:28: “Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Hace muchos años escuché la historia de una humilde mujer que caminaba llevando sobre su cabeza una canasta llena de ropa; era mediodía y el calo era sofocante, y aún así, seguía caminando. Un hombre que pasaba con su camión la vio y ofreció llevarla, y la mujer gustosamente aceptó, se subió y se sentó. Después de viajar por un largo rato, el hombre miró por el espejo retrovisor y la mujer aún llevaba la canasta sobre su cabeza, y él le dijo: “Señora, puede dejar la canasta de ropa sobre el asiento, no tiene que llevarla en la cabeza, el camión la lleva a usted y a la canasta también”.
En estos días de horarios y estilos de vida rápidos, un descanso puede ser justo para ti. A veces esto suena difícil con tantas responsabilidades del matrimonio. Llevar a los hijos a la escuela, sin olvidarse de las tareas escolares, llevar a la abuela al médico sin olvidar sus pastillas a tiempo, contestar el teléfono, sacar al perro, tratar de llegar a tiempo al templo para dar un estudio bíblico a las damas y después al grupo de discipulado, en fin, somos las últimas en apagar las luces del hogar y nadie parece notarlo, mucho menos preocuparse.
A veces pensamos que tomarnos un descanso es perder tiempo, quizás es por eso que terminamos más agotadas. La palabra griega que traduce “descanso” es anapauo. Ana significa “arriba” y pauo significa “hacer cesar”. Descansar no solo es dormir lo suficiente, sino que necesitamos “descansar” nuestra alma de los disturbios emocionales. “Hacer cesar” es dejar de hacer algo, seguir otra dirección.
Como esposa de un pastor tenemos que adaptarnos a procesos; morder el polvo, caer, levantarnos, llorar, sentir el alma en pedazos, reír, gritar fuerte, enfurecernos y también serenarnos. Debemos aprender y desaprender, pasar por situaciones donde mentalmente crecemos y nos llenamos de temores e inseguridad.
Diría que tenemos que llenarnos de valor y bajar la carga y dejar que sea el Señor que tome el control absoluto de nosotras.
En mi experiencia he aprendido que tengo que volver diariamente al Señor para retroalimentarme en Su Palabra. Descubrí que estaba llevando una carga con mi propia fuerza aun cuando hay ayuda disponible.
¿Cuál es tu carga? ¿Soledad, tristeza, abuso, baja autoestima? Cualquiera que sea déjala, que el Señor es más fuerte que tú; claro que puede llevarla y lo hará gustoso, solo por verte descansar.
Salmo 55:22: “Echa sobre Jehová tu carga, él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo.
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