En esta era en la cual se confía plenamente del conocimiento, la tecnología y los medios, es raro que una persona busque de la revelación espiritual. No se puede confiar de estas fuentes empíricas y deben ser vistas con sospecha debido a las intenciones ocultas de aquéllos que las postulan. A finales del siglo 18, un erudito bíblico muy conocido, Alexander Cruden, escribió la concordancia más perspicaz de las Escrituras jamás escrita. Una de las características de su concordancia bíblica fueron las definiciones de palabras clave en las Sagradas Escrituras. Cuando trató de definir el término discernir, él confió mucho en su extenso conocimiento de escritos sagrados, en vez del clero público y corrupto de sus tiempos. Por lo tanto, él escribió:
“Discernir un espíritu es uno de los dones de Dios mencionados por el apóstol Pablo (1 Corintios 12:10). Consiste en discernir entre aquéllos que dicen que han sido inspirados por Dios, ya sea que son animados o inspirados por un espíritu bueno o malo, o sean profetas verdaderos o falsos…por lo tanto, el evangelista advirtió a los creyentes, diciendo, ‘no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios’ (1 Juan 4:1). Debemos conocer las indicaciones que Dios da para distinguir entre un verdadero y falso profeta (Deuteronomio 18:20-22).1
Olvidamos frecuentemente la insustituible necesidad del discernimiento en la práctica de la fe cristiana. En 1 Corintios 2:14, 15, Pablo enfatiza:
Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
Una lectura superficial de este pasaje dejará a algunas personas con la interpretación equivocada de que esta persona es arrogante o una persona que se cree que todo lo sabe, pero a la verdad es todo lo contrario. Pablo sencillamente declara que aquellas personas que confían en la sabiduría natural o las experiencias de la vida no pueden comprender completamente lo que el Espíritu les quiere revelar. Mientras las iglesias tienen un incremento en la cantidad de ministros y miembros que tienen vastos estudios y experiencia en destrezas seculares, también hay una disminución en la búsqueda y confianza en el Espíritu Santo. Esta falta de discernimiento nos deja vulnerables a los falsos profetas o falsificadores ambiciosos que abundan entre nosotros.
La habilidad espiritual del discernimiento se ve claramente en el ejemplo de la iglesia primitiva de una pareja llamada Ananías y Safira. Es obvio que Pedro se había convertido en una persona espiritual que podía discernir los corazones de las personas. Un estudio del discernimiento revelará la palabra griega pneumatiko. “Pneumatiko se refiere al ser o a la naturaleza espiritual de una persona —espiritual, del espíritu, en bases espirituales, en una manera espiritual”.2
Podemos ver evidencia de esto en las palabras de Pedro a Safira cuando le dice, “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?” (Hechos 5:9) Aun en el Antiguo Testamento, el llamado de Dios al profeta Samuel requiere este tipo de discernimiento espiritual. Dios sabía que Samuel estaba sujeto a la misma debilidad de confiar en la sabiduría natural o la influencia experiencial; por lo tanto, Dios le dice:
“No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Ver el interior del corazón de alguien requiere más que habilidades empíricas o una lista arbitraria de cosas que califican o descalifican a una persona. El verdadero discernimiento espiritual no es sencillamente un sentimiento, intuición, matices o juicios emocionales que se pueden determinar frecuentemente en base a experiencias, prejuicios o hasta las habilidades presentes de una persona. El discernimiento espiritual también reconoce el peligro o la confusión causada por declaraciones inapropiadas o garantías engañosas que pueden confundir a los creyentes o a las personas que creerían en el Señor.
Nuevamente, la Biblia nos da un patrón genuino para reconocer a través del Espíritu Santo el motivo de una persona y la fuente del poder. En Hechos 16:16-18, una esclava comienza a seguir a Pablo y a su equipo ministerial durante varios días gritando públicamente, “Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación” (v. 17). Este incidente debe guiar a los pastores y líderes a ser sabios al moderar cualquier tipo de asamblea de creyentes o no-creyentes. Tales reuniones requieren un balance de conocimiento escritural y unción del Espíritu Santo. Tal como escribe el autor J. Stowell:
El discernimiento en las Escrituras es una habilidad que nos capacita para distinguir. Es la habilidad de ver asuntos claramente. Necesitamos desesperadamente cultivar las habilidades espirituales que nos permitirán distinguir entre el bien y el mal. Debemos estar preparados para distinguir entre la luz y las tinieblas, la verdad de la mentira, lo mejor de lo bueno, lo justo de lo injusto, lo puro de lo profano y los principios del pragmatismo.3
El Dr. Héctor Ortiz comparte una gran amonestación con respecto a tener demasiada dependencia en las manifestaciones espirituales:
“El discernimiento ha sido un gran problema entre los movimientos de restauración debido a la excesiva dependencia en la guianza del Espíritu Santo. Hay una necesidad de siempre recordar que no hay ninguna separación entre el texto inspirado y santo -la Biblia- y el Espíritu Santo. También, no es lo que Dios puede hacer por mí, sino lo que usted puede hacer por Él. El discernimiento siempre se preocupa de la naturaleza de Dios y lo que Él quiere que uno sea como creación Suya”.4
La necesidad de un balance en el ministerio es imperativa a medida que elegimos líderes, determinamos doctrina, formulamos visión o iniciamos cambio. La cuestión de quién habla o quién no habla para Dios es un asunto pertinente para cada generación. Para modo de identificar lo verdadero de lo falso, debemos examinar su mensaje, vida moral y carácter:
La iglesia necesita protegerse contra el peligro dual de permitir que entren dones falsos (inspirados por demonios), con resultados desastrosos, y rechazar los buenos y verdaderos dones de Dios, junto con los dones falsos y malvados. No hay mayor necesidad que discernir, evaluar o probar los dones espirituales para proteger a la iglesia de estos errores fatales. En la congregación, ya sea en la adoración y el ministerio, las Escrituras demandan que el uso de dones sea regulado y supervisado de manera apropiada, pero no apagado o prohibido. La libertad para que el Espíritu obre y el buen orden son compatibles y el balance entre ellos, y se debe mantener el balance entre ellos.5
Recientemente entré en un diálogo que ya estaba en curso entre un grupo de líderes. Uno de ellos dijo que él sentía que solo los pastores deben practicar el discernimiento, y no era un derecho que poseía el creyente promedio. Esta aseveración anti-bíblica me sorprendió. Al contrario, es esencial para todo individuo cristiano caminar de cerca con Dios y probar toda enseñanza y profecía con la Palabra de Dios. La percepción intelectual y la experiencia cristiana madura ayudan a identificar la decepción, pero el don de descernimiento es mejor. Necesitamos ejercer el discernimiento y no apoyar ministerios (aun en nuestras propias iglesias) que se aprovechan de las personas o situaciones. Sin el don de discernimiento, no hay suficiente defensa contra esos líderes carnales que pueden subir a lugares de influencia y posición entre nosotros. Como dijo Pablo:
“Y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gálatas 2:4, 5).
A medida que nos acercamos a la temporada “kairos” en la historia, busquemos el don vital del discernimiento como líderes o miembros para evitar ser engañados.
—Wallace Pratt
1 Alexander Cruden. Cruden’s Unabridged Concordance. Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell Company, 1976, p. 110
2 Louw-Nida Greek English Lexicon. Norfolk, VA: Bible Works, LLC, CD Revisión 9, 2008.
3 J. Stowell, Fan The Flame, Moody Press, 1986, p. 44.
4 Dr. Héctor Ortiz. “Theology Perspectives: A Hermeneutics of Discernment.” Cleveland, TN: Escuela de Estudios Prácticos y Avanzados, Tercer Nivel, octubre de 2011, pp. 40, 44.
5 S.B. Ferguson. New Dictionary of Theology. Westmount, IL: Inter-Varsity Pres, 2000, p. 270.
No Comments