Mi profesora de gramática y yo no teníamos la misma opinión en cuanto a la fe. Muchas veces, discutimos en frente del salón mientras compartía mi perspectiva sobre el tema que ella presentaba para el diálogo. Para algunos, esto quizá podría producir ansiedad, pero a mí me encantaba. Había admiración y respeto mutuo, aun cuando no estábamos de acuerdo sobre el tema.
Nunca la consideré atea, pero si ella creía en Dios, ella definitivamente no creía que Él tenía el control. En una ocasión ella especuló que si alguna vez Él estuvo presente, en algún momento Él “salió del edificio”. El día de mi graduación, ella escribió en una tarjeta que también creía que cada cosa que experimentábamos era el resultado de una “lanzada cósmica de dados”.
Obviamente como creyente, se me había enseñado de manera diferente. Me habían presentado pasajes como:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11).
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5).
Una encuesta reciente de Yougov.com mostró que un 25 por ciento de norteamericanos creen que Dios guió el proceso de evolución (comparado a un 37 por ciento que creen que Dios creó a los humanos en su forma actual). Lo que esta cifra me dice es que un número creciente de personas creen que Dios creó, pero no necesariamente cultivó. En esencia, quizá estén de acuerdo con mi profesora; si en algún momento Él estuvo aquí, Él ya se fue.
He descubierto que algunos ateos sencillamente son personas que realmente no pueden hacer que los caminos de Dios entren en una caja. No pueden entender Su clase de justicia o porqué permite que ciertas cosas sucedan, así que es más fácil que imaginen que Él no existe, aunque cuando en realidad quisieran que sí existiera, sólo que hiciera las cosas a su gusto.
Como cristianos, nuestra preocupación en cuanto a este proceso doloroso de la vida nos puede hacer dudar si lo estamos enfrentando solos o no. Los eventos inesperados y deviaciones inadvertidas hacia nuestro destino pueden sacudir nuestra fe, pero tenemos que recordar las promesas de la Biblia. Si creemos en partes de la Biblia, debemos creer en ella completamente. Dios creó, y el Él sigue en control. Una percepción de Su inactividad no debe disuadir nuestra confianza fundamental en Él.
Si hiciera constante caso a mi temor de que mis pueden caer y lastimarse, y siempre las cargara en mis brazos, nunca aprenderían a caminar. Si me preocupo demasiado de que no se ensucien, y no permito que tomen una cuchara o tenedor, nunca aprenderían a comer por sí solas. Porque las amo es que a veces no intervengo en su desarrollo. Ellas llorarán, sus piernas tendrán moretones y rasgaduras, y su ropa se ensuciará, pero hay un propósito tras mi inactividad, y habrá un maravilloso día cuando descubra ese propósito.
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).
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